La cerveza se mantiene como la bebida alcohólica más popular del mundo. En 2022, lideró el mercado con un 75,2 % del consumo total, mientras que el vino y los licores alcanzaron apenas un 10,4 % y un 9,9 %, respectivamente.
En comparación con otras bebidas, la cerveza es más fácil de encontrar en tiendas, debido su bajo contenido de alcohol. A pesar de que su baja graduación etílica puede hacerla parecer una opción segura, consumirla diariamente podría tener efectos negativos sobre la salud a corto y largo plazo.
Riesgos para el cerebro
La cerveza, como otras bebidas alcohólicas, es conocida por generar una sensación de relajación y euforia. Sin embargo, el alcohol puede afectar el cerebro a largo plazo. Según la especialista Kimberly Gomer, el alcohol presente en la cerveza puede ralentizar "los reflejos" y alterar "el equilibrio, la memoria y el sueño".
Al mismo tiempo, incluso pequeñas cantidades de alcohol pueden modificar las fases del sueño REM, puesto que el hígado se activa para metabolizarlo. Esto provoca noches de descanso irregulares.
Dificultades digestivas
El alcohol también puede causar problemas digestivos, ya que, al metabolizarse primero en el estómago, estimula la producción de jugos gástricos. Además, puede influir negativamente en el intestino delgado y el colon. Los especialistas advierten que el consumo excesivo de cerveza puede ocasionar inflamación, problemas en el tracto gastrointestinal y en el hígado, así como alterar el microbiota del estómago.
Deshidratación
Gomer subraya que "el alcohol de la cerveza puede causar deshidratación", debido a que afecta las hormonas que regulan la función del riñón, lo que puede dificultar que el cuerpo mantenga el equilibrio de líquidos y electrolitos.
Sin embargo, estudios muestran que el efecto diurético de la cerveza, cuando se consume con moderación, es menor que el del vino o los licores. Los expertos apuntan que beber agua junto con la cerveza ayuda a prevenir la deshidratación, un factor clave en la aparición de la resaca.
Enfermedades crónicas
Distintas investigaciones han determinado que el ingerir alcohol en grandes cantidades puede elevar el riesgo de padecer de hipertensión, infarto cerebral, insuficiencia cardíaca e incluso miocardiopatía, una afección que al afecta al músculo del corazón. El beber en exceso también se ha vinculado con enfermedades hepáticas y ciertos tipos de cánceres.