López Obrador y la historia: su largo camino de 30 años hacia la Presidencia de México
El tigre terminó la jornada bailando de alegría tras el contundente triunfo de Andrés Manuel López Obrador en las elecciones presidenciales. El voto de la ira se convirtió en verbena. En ese tono, México marcó el inicio de una nueva etapa histórica con un giro a la izquierda, poniendo fin a 30 años de gobiernos neoliberales.
Un cuento en el cual la biografía política de López Obrador ha estado íntimamente ligada a la historia de México.
En las calles del centro histórico de la Ciudad de México todo fue algarabía. "¡Tenemos presidente, uno que escogimos nosotros!", exclamaba una señora en silla de ruedas, eufórica, mientras llevaba un retrato de Andrés Manuel sobre las piernas. La gente cantaba el 'Cielito lindo' a ritmo de batucada. Había algodones de azúcar, banderas ondeando en el aire, risas, muchas risas, mezcladas con llanto de emoción. La gente bailaba y se abrazaba con desconocidos.
Contrario a lo que muchos esperaban, todavía con el fantasma de un posible fraude electoral susurrando en el imaginario colectivo, las elecciones del 1 de julio se convirtieron en una fiesta. "¡Es un honor/ estar con Obrador!", gritaban los simpatizantes del ahora presidente electo, quien logró imponerse a sus rivales con el 53 % de los votos.
Un hecho sin precedentes, que convierte a López Obrador en el presidente más votado en la historia reciente de México, logrando además obtener mayoría en las dos cámaras del Congreso, algo que no ocurría desde hace casi 20 años.
El peligro de dejar suelto al "tigre" –esa metáfora del enojo social que el político tabasqueño utilizó en uno de los momentos más emblemáticos de su campaña presidencial, para advertir los riesgos de encender al país con un nuevo fraude electoral– se desvaneció con los resultados preliminares. Los rivales de López Obrador aceptaron su derrota tras el cierre de las casillas. Luego vino el reconocimiento del triunfo por parte del presidente Enrique Peña Nieto. Y el tigre terminó danzando entre las calles, con ánimo de carnaval.
Sí se soltó el tigre. Va rumbo al Zócalo.#Elecciones2018#AMLOpic.twitter.com/MYHkZt75TE
— Diego Mendiburu (@echameuntuit) 2 de julio de 2018
El aplastante triunfo electoral, incluso, le valió a López Obrador una felicitación pública por parte de quien, durante años, ha señalado él como jefe de la "mafia del poder": el expresidente Carlos Salinas de Gortari.
"Felicidades por su triunfo. Cada uno en su ámbito de responsabilidad, habremos de apoyarlo porque si al Presidente López Obrador le va bien, a México le irá bien. Bienvenida la reconciliación que permita la unidad de la República. Es por México", expresó Salinas en una carta difundida en medios.
Felicidades a @lopezobrador_ por esta victoria histórica! Mucha suerte y a trabajar por el país. Gano la Democracia.
— Salinas de Gortari (@CarlosGortari_) 2 de julio de 2018
Irónicamente, López Obrador parecía coincidir con su acérrimo rival, al hacer un llamado a la reconciliación.
"Este es un día histórico y será una noche memorable", fueron las primeras palabras de López Obrador tras asumir el triunfo. "Bajo ninguna circunstancia, el próximo Presidente de la República permitirá la corrupción ni la impunidad. Sobre aviso, no hay engaño: sea quien sea, será castigado", advirtió.
"Escucharemos a todos, atenderemos a todos, respetaremos a todos, pero daremos preferencia a los más humildes y olvidados; en especial, a los pueblos indígenas de México. Por el bien de todos, primero los pobres", diría un conmovido López Obrador, al borde de las lágrimas.
"Quiero pasar a la historia como un buen Presidente de México". Con esas palabras, López Obrador marcó el fin de una era y el principio de una nueva etapa en la historia de México.
Un largo camino de 30 años rumbo a la Presidencia
El camino de López Obrador rumbo a la Presidencia de México comenzó en 1988, año en que se instauró formalmente el proyecto neoliberal en el país con la llegada al poder de Carlos Salinas de Gortari.
El entonces candidato de la izquierda, Cuauhtémoc Cárdenas, había obtenido un fuerte apoyo popular, con el cual intentó detener el impulso de una generación de jóvenes tecnócratas que se apoderaron del PRI a mediados de los años 80, y que lograría imponer su modelo económico en las décadas posteriores.
Tras una elección fraudulenta y un Congreso dividido, el PRI pactó con el entonces opositor PAN, el arribo de Salinas de Gortari a la Presidencia de la República, durante una reunión secreta ocurrida el 27 de agosto de 1988. Esa noche nacería lo que se conocería como el "PRIAN", una alianza de facto que crearía un bipartidismo de derecha entre el PRI y el PAN, que votarían juntos los grandes temas nacionales durante las siguientes tres décadas: las privatizaciones, la firma del Tratado de Libre Comercio de América del Norte, el rescate bancario, la alternancia en el poder y las llamadas reformas estructurales, que incluyeron la entrega de la industria petrolera a empresas trasnacionales.
"Es el inicio de una época neoliberal al frente del poder", explica, en entrevista con RT, la periodista Martha Anaya, autora del libro '1988: el año que calló el sistema' y quien ha seguido de cerca la carrera política de López Obrador.
"Ahí se inicia el gran enfrentamiento con la izquierda que toma poder, porque antes de Cárdenas no existía la izquierda partidista", añade. "La izquierda, como la entendemos en México, con posibilidades de triunfo, se inicia con Cuauhtémoc Cárdenas y a quien se enfrenta es a Salinas de Gortari. Por eso es tan emblemática su figura en este momento", dice sobre la carta de felicitación que extendió Salinas a López Obrador.
"Con ellos se inicia un gran ciclo que se cierra ahora, con el triunfo de un personaje de izquierda, como es Andrés Manuel López Obrador", explica.
Pero para que ese momento llegara, tuvieron que pasar muchas cosas: muchas batallas, muchos tropiezos, muchos momentos difíciles y también aprender a sobreponerse a la adversidad.
"Todo ha sido posible por la perseverancia, por la terquedad, por la necedad, por no abandonar la lucha, no claudicar, no vendernos, por seguir insistiendo, por caer y levantarnos, y volver a caer y volver a levantarnos hasta lograr lo que pronto se va a conseguir: la transformación de México", dijo López Obrador durante su cierre de campaña en el Estadio Azteca, como un preámbulo de su histórico triunfo.
Quizá sin saberlo, López Obrador empezó su largo recorrido a la Presidencia precisamente en 1988, cuando abandona el PRI por invitación de Cárdenas, para contender como candidato de la izquierda a la gubernatura de Tabasco. Seis años más tarde, tras haber sido uno de los fundadores del PRD, López Obrador volvería a contender por la gubernatura de su estado natal, después de enfrentarse al priista Roberto Madrazo en un episodio que sería recordado por las acusaciones de fraude electoral que marcaron e impulsaron la carrera política de Obrador.
Con el objetivo de impedir dicho fraude, Andrés Manuel realizó una serie de protestas que incluyeron la toma de pozos petroleros y una gran caminata desde Tabasco hacia la Ciudad de México, denominada la Caravana por la Democracia, que lo convertiría en uno de los políticos más populares de la izquierda. Una protesta que, además, le permitiría tejer algunas de las alianzas que lo llevarían, años después, a gobernar la Ciudad de México.
"Ahí inicia su ruta el gran luchador social", explica Anaya.
Andrés Manuel se convierte en presidente del PRD y, con la reforma política de 1996, se abre la puerta para suceder a Cárdenas como jefe de Gobierno de la Ciudad de México en las elecciones de 2000, como abanderado del PRD.
Un hecho que lo convertiría en el político más popular de México, generando temor entre sus adversarios de cara a las próximas elecciones presidenciales, tal como reconocería Obrador en una entrevista televisiva de 2003 (a partir del minuto 5:28).
Con el impulso que traía consigo López Obrador en la Ciudad de México, con niveles de aprobación ciudadana superiores al 80 % a mediados de su mandato, según las encuestas de aquel tiempo, es blanco de una persecución política por parte del entonces presidente de México, Vicente Fox, quien se convertía en el primer presidente de la alternancia, emanado del PAN, tras 71 años de gobiernos del PRI. Fue así que Fox intentó impedir que Obrador se convirtiera en candidato presidencial, imputándole cargos mediante el uso faccioso de los aparatos de justicia, en un episodio conocido como "el desafuero".
"Se convierte en un hombre muy popular, viene el desafuero provocado por Vicente Fox en la época de una alternancia que se fue hacia la derecha, porque así lo perfiló Salinas al perseguir a los cardenistas y pactar con la derecha", explica Anaya.
Con las cúpulas empresariales impulsando al entonces candidato Felipe Calderón, el PAN logra retener la Presidencia de México en 2006 en una cerrada votación, pese a múltiples acusaciones de fraude, las cuales provocarían que, al igual que ocurrió en Tabasco, López Obrador desconociera los resultados e iniciara una ola de protestas que incluirán la toma del Paseo de la Reforma (una de las principales avenidas de la Ciudad de México) y su autoproclamación como "presidente legítimo" de México.
Luego vinieron los días más oscuros para López Obrador. En 2008, ya debilitado, es prácticamente expulsado del PRD y perseguido por el gobierno de Calderón, quien, envuelto en una crisis de legitimidad, decreta la guerra contra el narcotráfico al inicio de su mandato. Durante aquellos años, el tabasqueño se dedicó a recorrer todo el país en busca de apoyo social.
"Viene la persecución política y mediática contra Andrés Manuel, son los momentos más difíciles que le recuerdo. Yo iba a sus mitines y no pasaban de 200 personas. Te daba tristeza. Además del linchamiento mediático que existía", cuenta la periodista Martha Anaya.
Para las elecciones de 2012, López Obrador cuenta con un apoyo popular que le permite ganar, una vez, más la candidatura presidencial de la izquierda, a pesar de su evidente rompimiento con el PRD, manejado por la corriente de Los Chuchos. Sin embargo, un fuerte impulso mediático detrás de Enrique Peña Nieto llevaría al PRI de regreso a Los Pinos, con un holgado triunfo de seis puntos porcentuales, otra vez cuestionados por López Obrador.
Aunque en 2012 el PRD logró su mayor triunfo electoral en la historia de la mano del tabasqueño, Obrador ya no tenía cabida dentro de las filas del 'sol azteca'. Una razón por la que decide abandonar el partido que había fundado años atrás, para dedicarse de lleno a la construcción del Movimiento de Regeneración Nacional, que a la postre se convertiría en un nuevo partido: Morena. Una nueva fuerza política que tendría sus primeros triunfos electorales durante las elecciones intermedias de 2015 y se convertiría en una aplanadora para los comicios de 2018.
"Ha sido un camino muy largo", señala Anaya, quien, efectivamente, considera una hazaña lo conseguido por Obrador en pocos años.
Un logro que, paradójicamente, no se hubiera podido concretar sin la fractura al interior del PRIAN, con el enfrentamiento entre el presidente Enrique Peña Nieto y el panista Ricardo Anaya.
El ocaso del PRIAN
"En poco tiempo hemos contribuido en forma decisiva a cambiar la mentalidad de amplios sectores de México. Hemos puesto en evidencia las formas de manipulación y control del actual régimen y hemos dejado en claro que el PRI y el PAN representan lo mismo: el PRIAN. Hoy la gente es más consciente de la existencia de un pequeño grupo que controla las instituciones. La gente entiende mejor de cómo domina ese grupo y de su desmedida ambición, su desmedida avaricia", afirmó López Obrado durante su cierre de campaña, días antes de la elección presidencial.
"El trabajo que se ha realizado en estos últimos años, como les consta, ha consistido en hacer conciencia sobre la necesidad de lograr, mediante la organización y la participación de los ciudadanos, un cambio verdadero. Poco a poco la ciudadanía ha ido cobrando conciencia de algo que no es necesariamente evidente. La existencia y el predominio de una mafia del poder. Asimismo, nuestro trabajo ha permitido extender la idea de que el problema central, el principal problema de México, es la corrupción", diría Obrador.
"Pienso que hasta ahora, el internalizar estas ideas en todo el pueblo ha sido la mayor aportación social y política de nuestro movimiento. No se puede cambiar lo que no se conoce", dijo Obrador durante su discurso en el Estadio Azteca.
Lo que son las cosas. Si en 2006 López Obrador hubiera llegado a la Presidencia de México, lo hubiera hecho con un Congreso y un país dividido, en un contexto político mucho más acotado. Doce años después, el escenario es otro muy distinto y Obrador gobernará con un Congreso a modo. Paradojas de la historia.
"La Cuarta Transformación de México será pacífica pero radical", dijo Obrador. "La victoria del domingo se ha ido concretando con la abnegación de muchos; no surge de repente ni brota únicamente del malestar que provocó el antiguo régimen autoritario y corrupto, que está llegando a su fin", añadió el político tabasqueño en la antesala de su victoria en las urnas.
Finalmente, después de muchos años, López Obrador llegó puntual a su cita con la historia. Ahora tendrá que cumplir con sus promesas de cambio y con las altas expectativas que ha generado en un país lastimado por la violencia, la corrupción y la pobreza, un país roto, buscando una alternativa, una salida para reconstruir un país socavado, un país entre los escombros. Un México que busca reconciliarse con su pasado mientras mira hacia el futuro.
Manuel Hernández Borbolla