
"Vendrá a por todos": Un veterano del 'software' narra cómo la IA anuló sus 20 años de carrera

Shawn K., un ingeniero de 'software' de 42 años y con 21 de experiencia, nunca imaginó que acabaría repartiendo pedidos de DoorDash desde un remolque en la zona rural de Nueva York. Tras ganar 150.000 dólares anuales y gestionar tres propiedades, ahora navega por un mercado laboral que en su blog describe como "distorsionado" por los sistemas de contratación basados en IA y sesgos de edad.
En el último año, envió más de 800 solicitudes, solo para quedar atrapado en lo que llama "una crisis irreversible". "Me siento superinvisible", confiesa a Fortune. "Me filtran antes de que un humano siquiera aparezca en la cadena".
De la estabilidad a la supervivencia

La carrera de Shawn sobrevivió al crac financiero del 2008 y a la pandemia, pero esta vez, la recuperación parece imposible. Las herramientas automatizadas rechazan su currículum por carecer de "términos hiperespecíficos de IA de última generación", mientras que en las entrevistas lo descartan por su edad o su experiencia temprana con PHP, un lenguaje que ahora tachan de obsoleto.
Su último trabajo en una empresa centrada en el metaverso -que en su día fue aclamada como la próxima gran tendencia- se vino abajo cuando el interés se desplazó a ChatGPT, lo que subraya la volatilidad de las tendencias tecnológicas.
A pesar de reinventarse —creando un canal de YouTube, escribiendo un blog y postulándose a puestos muy por debajo de sus capacidades— sigue desempleado. Su frágil red financiera, que incluye una cabaña en Airbnb, se desmorona. Un nuevo impuesto del 4 % sobre ocupación lo ha llevado al límite: "Apenas estoy cubriendo los gastos de funcionamiento y tendré que cambiar a un alquiler a largo plazo el año que viene, suponiendo que pueda encontrar un inquilino".
Además, el sistema de desempleo de Nueva York, que le proporcionó menos de 2.000 dólares mensuales durante 6 meses, amenazó más tarde con recuperar los fondos tras descubrir sus ingresos de Airbnb, medida que agravó su desesperación económica.
Una señal de alarma para los trabajadores
La historia de Shawn refleja la creciente brecha entre la experiencia acumulada y los algoritmos que gobiernan la contratación. Las plataformas, optimizadas para buscar palabras clave, ignoran la profundidad de su trayectoria. Incluso los esfuerzos por mejorar las cualificaciones han fracasado. Ahora, con los ahorros agotados, está invirtiendo en un negocio de lavado a presión financiado con tarjetas de crédito, una arriesgada aventura que se ha convertido en su último recurso.
"No creo que mi historia sea única", advierte Shawn, ubicándose en el "lado inicial de la curva de la campana" de un "maremoto de desastre económico" que desplaza a los trabajadores del conocimiento. En sus redes sociales, escribió recientemente: "El Gran Desplazamiento ya está en marcha", criticando que el debate sobre la IA se enfoque en un futuro lejano. "Vendrá a por todos a su debido tiempo", insiste.
El calvario de Shawn pone de relieve los defectos sistémicos de la forma en que la sociedad valora el trabajo y se adapta a la disrupción tecnológica. "El debate sobre la sustitución de puestos de trabajo por la IA sigue viéndose como algo que llegará en un futuro impreciso", sostiene, "en lugar de algo que ya está en marcha".