
El número 2 del Opus Dei bajo escrutinio por trata de mujeres en Argentina

Mariano Fazio, primero en la línea sucesoria para encabezar el Opus Dei, está sindicado por la Justicia argentina de haber hecho parte de un sistema de explotación de mujeres en situación de pobreza que se extendió durante al menos cuatro décadas en el país suramericano y que habría dejado al menos 43 víctimas, reveló en exclusiva el portal español El Diario, con referencia a un pliego judicial de ocho páginas de la causa.
En octubre de 2024, tras dos años de investigación, la Procuraduría contra la Trata de Personas y la Fiscalía imputaron a cuatro religiosos y a varios exdirectivos de la Orden en Buenos Aires, los exvicarios regionales Carlos Nannei (1991-2000), Patricio Olmos (2000-2010) y Víctor Urrestarazu (2014-2022), así como al presidente de la rama femenina, Gabriel Dondo. Empero, la orden de imputación excluyó a Fazio, a pesar de que ejerció el mismo cargo entre 2010 y 2014.
El segundo en la línea de mando arribó a Roma en 2014, un año después de que Jorge Mario Bergoglio asumiera el papado, y fue promovido a la vicaría general del Opus Dei a instancias del jefe máximo del ente religioso, Javier Echeverría, quien buscaba acercarse a Francisco por medio de Fazio, dado que ambos mantenían una relación cordial en la capital argentina, explica el citado medio.
Esclavitud contemporánea
El escándalo estalló en 2023, cuando las víctimas hicieron públicas las condiciones de esclavitud a las que estuvieron sometidas entre 1974 y 2015. En la Cámara de Diputados del Congreso Nacional refirieron que ingresaron a la organización cuando tenían entre 13 y 15 años, con la promesa de obtener una mejor educación.
En lugar de eso, se les obligó a tomar voto de castidad y trabajar como criadas no remuneradas al servicio de los jerarcas del Opus Dei. Asimismo, se les prohibió todo contacto con sus familiares y se les retuvieron sus documentos personales.

En Laya, la principal residencia de mujeres de la orden, localizada en el rico barrio porteño de Recoleta y cuya edificación se financió con recursos aportados por dictaduras militares, vivió Mariano Fazio por largos años, incluido el tiempo en el que ejerció como vicario regional de la orden religiosa.
Allí también residió durante 31 años la testigo clave de la Fiscalía, una mujer boliviana cuya identidad permanece bajo resguardo. En el testimonio ampliado que ofreció en abril pasado, refirió que conocía a Fazio, que lo acompañó a Roma como trabajadora en la sede central de Opus Dei y que estaba asignada a su servicio directo mientras este fungía como vicario regional en Buenos Aires.
Con respecto a Nanei, la víctima mencionó que en las "meditaciones" diarias de la orden –ceremonias de oración–, este las manipulara para que permanecieran dentro de la entidad, diciéndoles que "querer irse de la obra era como salirse de la barca", que su salida les conduciría a "una muerte súbita" y que estaban obligadas a "rendir el juicio, quemarse por Dios, hacerse el holocausto por Dios".
De acuerdo con la imputación, "la cantidad de labores que le eran exigidas" a esa mujer, así como "la disponibilidad a toda hora, las interminables jornadas, y el sometimiento psicológico volvieron a formar parte de esta nueva declaración". "Yo iba por la calle pensando que no quería vivir más. Iba por la calle pensando cómo puede la gente sonreír. Ahí me mandaron al psiquiatra", relató la afectada.
El ente acusador concluyó que "la respuesta institucional a lo que eran las consecuencias de la vida que le exigían eran antidepresivos, somníferos, ambos suministrados por psiquiatras de la organización".