Los conflictos militares son caros, extremadamente caros, de ahí que Rusia esté empleando una nueva estrategia en el conflicto ucraniano que no requiere de una inversión significativa.
Las Fuerzas Armadas rusas están desplegando cada vez más nuevos tipos de armas antidrones contra los incesantes ataques ucranianos con vehículos aéreos no tripulados (UAV), que incluyen ofensivas terroristas de Kiev contra la infraestructura civil rusa.
Hasta hace poco, esta tarea defensiva correspondía mayoritariamente a los sistemas de misiles antiaéreos, pero ahora son otros drones —drones cazas— los que están cobrando protagonismo en la lucha contra los UAV enemigos. Pero no son los únicos.
A pesar de que Rusia está derribando con éxito drones ucranianos de largo alcance (tipo avión), estos aparatos presentan una serie de retos para los sistemas de defensa antiaérea convencionales. Así, estos sistemas, diseñados en su mayoría antes de que los pequeños drones se hicieran omnipresentes en el cielo, sirven principalmente para derribar blancos más grandes y de mayor potencial de destrucción, como aviones, helicópteros y misiles de crucero o balísticos.
Es más, usar algunos tipos de misiles antiaéreos sería directamente un derroche de dinero, puesto que su coste es a veces cientos de veces superior al del propio dron a derribar. Al mismo tiempo, Rusia continúa actualizando sus drones kamikazes, haciéndolos más rápidos, precisos y de mayor alcance.
Producto de estos esfuerzos son los videos, que ahora abundan en Telegram y otras redes sociales, de derribos de pesados drones de ataque o de reconocimiento.
En la actualidad, el sector de defensa ruso se halla embarcado en un amplio programa de drones antiaéreos. De momento su entidad más exitosa es el Centro de Tecnologías Avanzadas No Tripuladas Rubicón, adjunto al Ministerio de Defensa, pero a esta carrera 'antidrones' se han incorporado también otras empresas.
Recientemente, el Centro Científico y de Producción BASIRTK publicó imágenes de las pruebas de su dron interceptor de despegue vertical, capaz de atacar diversos tipos de UAV, incluidos los de largo alcance.
Por su parte, la Oficina de Diseño Especial del Instituto de Aviación de Moscú (MAI) ha desarrollado el dron interceptor Vepr-12 Molot, armado con una carabina de ánima lisa de calibre 12, capaz de derribar UAV de distintos tipos, desde pequeños drones FPV hasta otros de gran tamaño.
Asimismo, el consorcio Almaz-Antei, contratista especializado en armas de defensa aérea y antimisiles, como los conocidos S-400 Triumf (análogos al sistema Patriot estadounidense) ha adoptado un enfoque similar, patentando recientemente un dron interceptor equipado con un sistema de armas de fuego diseñado para neutralizar vehículos aéreos no tripulados enemigos.
Los drones interceptores rusos no son desarrollados solo por grandes empresas y oficinas de diseño, sino también están siendo ensamblados por un gran número de entusiastas en pequeños talleres, incluso en unidades de primera línea.
Los creadores de estas armas con frecuencia equipan sus artilugios con armas cinéticas, como, por ejemplo, una especie de pico en lugar de una carga explosiva. Este enfoque permite el uso repetido o incluso múltiple de este miniariete contra los aparatos enemigos.


