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Iraquíes, 10 años después de la invasión: abonados al malabarismo para salir adelante
Transcurridos más de 10 años de la invasión de Irak por EE.UU., el estado árabe sigue sumido en la violencia, el desempleo y la impunidad. En esas condiciones, millones de iraquíes intentan volver a la normalidad y mejorar el rumbo del país.
La rutina intenta hacerse hueco en Irak casi a cualquier precio. Así, por ejemplo, un motociclista Mustafa, que recorre las arterias de Bagdad con un grupo de motoristas haciendo piruetas, cuenta que el desempleo es "el problema más importante" para él. "Los políticos no están dando soluciones. No aportan nada a los ciudadanos. No obtenemos ningún beneficio de ellos", sostiene.
En la mayoría de las ocasiones, los iraquíes escapan de sus problemas de una manera menos visual, aunque la acrobacia se mantiene. Según muchos ciudadanos, hoy este país está sembrado de historias de sufrimiento en donde hay que hacer auténticos malabares para salir adelante.
Por su parte, la otrora periodista Sabaj Hassen Houssein Mohamed ha visto de primera mano la corrupción en el sistema judicial. Años atrás denunció múltiples casos de sobornos en el gobierno y las represalias no tardaron en llegar: estuvo en la cárcel casi un año.
"La violencia dentro de la prisión humilla a la gente. Es indigno. Allí no somos tratados como seres humanos. No hay justicia para las personas acusadas. Aquí si tienes dinero puedes comprar tu libertad, puedes comprar lo que quieras… Y si no lo tienes, puedes ser asesinado", subraya. Y añade: "Uno se siente en Irak como un ciervo en medio de los leones en la jungla".
Una escuela de fútbol en Bagdad intenta poner los cimientos para construir una sociedad mejor. Allí, independientemente de la religión o de la etnia, cualquier joven es bienvenido. "Nuestra filosofía es educar a los jugadores para que tengan valores. El cambio es necesario no solo para ellos, sino también para sus familias. Pueden influir mucho en ellas y al final en la sociedad”, comenta Bassam, el director de la escuela.
Alí encontró refugio en esta escuela hace solo unos meses. Transcurrido un año del asesinato de su padre, Alí piensa ahora en representar a su país como futbolista, un país que le gustaría ver de otra forma. "Deseo que Irak se vuelva como otros países. En otro sitio mueren dos o tres personas al día, mientras que aquí mueren muchos: quemados, asesinados, incluso con la cabeza cortada", lamenta.
La cifra de asesinatos el pasado mes de abril fue la más alta desde 2008. A pesar de ello, los iraquíes parecen ya vacunados contra cualquier mala noticia e, independientemente de lo que ocurre a su alrededor, muchos solo buscan recobrar su rutina.
En la mayoría de las ocasiones, los iraquíes escapan de sus problemas de una manera menos visual, aunque la acrobacia se mantiene. Según muchos ciudadanos, hoy este país está sembrado de historias de sufrimiento en donde hay que hacer auténticos malabares para salir adelante.
Uno se siente en Irak como un ciervo en medio de los leones en la jungla".
Por su parte, la otrora periodista Sabaj Hassen Houssein Mohamed ha visto de primera mano la corrupción en el sistema judicial. Años atrás denunció múltiples casos de sobornos en el gobierno y las represalias no tardaron en llegar: estuvo en la cárcel casi un año.
"La violencia dentro de la prisión humilla a la gente. Es indigno. Allí no somos tratados como seres humanos. No hay justicia para las personas acusadas. Aquí si tienes dinero puedes comprar tu libertad, puedes comprar lo que quieras… Y si no lo tienes, puedes ser asesinado", subraya. Y añade: "Uno se siente en Irak como un ciervo en medio de los leones en la jungla".
Una escuela de fútbol en Bagdad intenta poner los cimientos para construir una sociedad mejor. Allí, independientemente de la religión o de la etnia, cualquier joven es bienvenido. "Nuestra filosofía es educar a los jugadores para que tengan valores. El cambio es necesario no solo para ellos, sino también para sus familias. Pueden influir mucho en ellas y al final en la sociedad”, comenta Bassam, el director de la escuela.
Alí encontró refugio en esta escuela hace solo unos meses. Transcurrido un año del asesinato de su padre, Alí piensa ahora en representar a su país como futbolista, un país que le gustaría ver de otra forma. "Deseo que Irak se vuelva como otros países. En otro sitio mueren dos o tres personas al día, mientras que aquí mueren muchos: quemados, asesinados, incluso con la cabeza cortada", lamenta.
La cifra de asesinatos el pasado mes de abril fue la más alta desde 2008. A pesar de ello, los iraquíes parecen ya vacunados contra cualquier mala noticia e, independientemente de lo que ocurre a su alrededor, muchos solo buscan recobrar su rutina.
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