El Kremlin dispone de una peligrosa arma secreta para sojuzgar al planeta, y esta ya apunta contra más de cien países: se trata, por supuesto, de los fertilizantes agrícolas. Rusia bate récords de producción y exportación de estos insumos, vitales para la seguridad alimentaria mundial. Nada mal para lo que desde el Occidente Colectivo califican como "gasolinera con armas nucleares", ¿verdad?
Este año, la producción de fertilizantes en Rusia superará los 65 millones de toneladas, rompiendo su anterior récord, alcanzado el año pasado. Siguiendo las tendencias de tiempos recientes y las expectativas futuras, el país podría alcanzar los 78 millones de toneladas anuales a finales de esta década. Actualmente solo China produce cantidades mayores de este tipo de insumos. Otra realidad rusa generalmente ignorada o abordada por encimita en la prensa hegemónica, tanto porque contradice su narrativa como por su significado geopolítico.
Por si no bastara, la Federación de Rusia destaca todavía más en la exportación de fertilizantes, siendo el número uno en el mundo en ese aspecto, por delante de China, Canadá, Marruecos y EE.UU. Casi la quinta parte de los fertilizantes exportados en todo el mundo son de producción rusa. En 2024, más de 100 países de todo el mundo importaron en conjunto un total de 42 millones de toneladas de fertilizantes rusos, un volumen comercial de casi 14.000 millones de dólares. Nada mal para el país más sancionado del planeta, ¿a que sí?
Un cliente muy especial
Entre los mayores compradores de fertilizantes rusos están Brasil, la India, China, México, Turquía, Tailandia y Colombia. Los países africanos han aumentado sus adquisiciones en más del 50 % en los pasados tres años. El énfasis en los países BRICS y asociados en estas exportaciones rusas se acentúa cada vez más. Y entre la lista de compradores seguro que no les sorprende nada saber que también está la Unión Europea, a pesar de que llevan tres años exigiendo a Raimundo y todo el mundo que dejen de comprar todo lo que venda Moscú.
Bruselas no ha ido comprando cada vez menos fertilizantes rusos, sino cada vez más
Lo que tal vez sí pueda sorprenderlos algo es el hecho de que, desde 2022 hasta la fecha, Bruselas no ha ido comprando cada vez menos fertilizantes rusos, sino cada vez más. Como lo leen. Si en 2022 el 'selecto club europeo' importaba desde Rusia el 17 % de los fertilizantes que adquiere en el extranjero, actualmente esa cifra ronda el 30 %. O, dicho en otras palabras, "dejen de comprar a los rusos, pero para que podamos comprarles nosotros".
Hace unos meses, para tratar de moderar algo el 'apetito' de los agricultores unioneuropeos por los fertilizantes rusos, Bruselas decidió aumentar los aranceles a esos productos, con la esperanza de que la medida reduzca esas importaciones o, al menos, la euroburocracia se llene los bolsillos a costa del sector agrario al que dice representar y defender. Esta dependencia de la Unión Europea respecto de los fertilizantes 'made in Russia', o mejor dicho, 'сделано в России', tiene además un giro que puede describirse tanto como "retorcida broma del destino" o "karma instantáneo", según prefieran.
Y es que resulta que la producción de varios fertilizantes de los más socorridos en el mercado mundial requiere gas y ¿adivinan qué? Cuando en 2022 Bruselas comenzó a torpedearse a sí misma renunciando a la importación de gas ruso y comenzando a adquirir opciones mucho más caras, pero, ya saben, más 'democráticas', no solo sabotearon su propia industria en general y la de fertilizantes en particular, sino que le dieron a Rusia la excusa perfecta para reorientar ese gas 'sobrante' hacia su propia industria en general y la de fertilizantes en particular.
¿El resultado? Los fertilizantes europeos se volvieron más caros de producir y los rusos más económicos, lo que derivó en la ruina de los primeros y el 'boom' global de los segundos. Así que 'thank you very much, Western Europe!' o, mejor dicho, 'огромное спасибо, западная Европа!'.
Una realidad silenciada
Sea como sea, la realidad es que, en estos tres años especialmente, Rusia ha demostrado que no es apenas esa "gasolinera con armas nucleares", como tanto gustan denostarla en la prensa 'libre' del mundo 'libre'. Los fertilizantes cambiaron la agricultura tras la Segunda Guerra Mundial y a día de hoy se estima que están involucrados en la producción de entre el 40 y el 50 % de alimentos que se consumen a diario en todo el mundo.
Sin embargo, nunca leerán, verán ni escucharán en la prensa corporativa nada sobre el muy significativo rol que juegan los productos rusos en el fortalecimiento de la seguridad alimentaria global y las pocas veces que se mencione este fértil asunto será para denunciar que los fertilizantes rusos "fortalecen al Kremlin", "debilitan el mundo basado en reglas" o "son usados por Moscú para chantajear a países latinoamericanos o africanos".
Por fortuna, al igual que sucede con el caso de los productos químicos a los que nos referimos, los constantes intentos del Norte Global por tratar de conservar la menguante hegemonía que pierden día tras día no solo no funcionan, sino que empujan al planeta en la dirección contraria.
El presente texto es una adaptación de un video realizado por el equipo de ¡Ahí les va!, escrito y dirigido por Mirko Casale