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¿Qué busca el 'estira y encoge' de Trump con Latinoamérica?

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¿Qué busca el 'estira y encoge' de Trump con Latinoamérica?

El presidente de EE.UU., Donald Trump, ha utilizado en varias ocasiones las sanciones económicas, la "máxima presión" y la imposición de aranceles como una forma de generar escenarios de negociación, en los que su posición privilegiada, apalancada por la superioridad militar y financiera, le permita transar en mejores condiciones con distintos actores o gobiernos, intentando reducir la capacidad de maniobra económica y política de las contrapartes para que tengan que asumir tratos desfavorables.

En su primer gobierno (2017-2021) lo aplicó, por ejemplo, con México antes de la firma del acuerdo comercial T-MEC. También con Venezuela para intentar imponer el gobierno del autoproclamado presidente interino Juan Guaidó. Ahora parece que está intentando operar con la misma lógica.

Sin embargo, 'Trump 2.0' parte mucho más agresivo que en su primera versión y rápidamente convierte sus amenazas en concreción de políticas duras que a veces "estira" y otras "encoge", pero a una velocidad de movimientos fuera de lo común que está dejando al mundo en situación de crispación generalizada por los niveles de imprevisibilidad que genera, en lo que parece estar jugando más bien un ajedrez 'blitz' (relámpago) que a un 'match' (partido) largo y paciente.

El líder quiere demostrar que es un "perro que ladra y muerde", quizá para dar un vuelco radical a la imagen de caída que representó el final de su primer mandato, en el que los ladridos se le devolvieron en forma de derrota electoral. Después de estos dos meses y medio de su juramentación, no queda duda de que el Trump "vertiginoso" está de vuelta.

Aún no sabemos si las políticas sancionatorias que viene aplicando en estas primeras semanas de su actual administración podrán mantenerse en el tiempo, o si irán rebajando sus grados de belicosidad en la medida en que va obteniendo los resultados que quiere, por parte de los gobiernos a los que les apunta y lanza; aunque luego retire la ofensiva, como ocurrió el jueves con la nueva pausa de los aranceles a México y Canadá.

El caso de Panamá, en la disputa que ha abierto sorpresivamente por el canal, es un buen ejemplo que ilustra la diferencia del Trump de su primera administración con la actual. Apenas asume la segunda Presidencia, Trump dice que va a tomar control de la vía interoceánica. Luego de esto, BlackRock, el fondo de inversión estadounidense, compra dos puertos ubicados en Panamá a la empresa CK Hutchison Holdings. Sin embargo, el mismo día que ocurre la operación, Trump declara un proceso de "recuperación del canal" que es rápidamente rechazado por el presidente panañemo José Mulino.

Trump ha convertido su propia "luna de miel" en una ofensiva política general en múltiples frentes. 

Es decir, los logros que pueda estar teniendo —como el cambio de propiedad en puertos importantes del canal, la concreción de los primeros vuelos de migrantes retornados a Venezuela, la entrega de México de narcotraficantes solicitados por Washington—, no los considera suficientes, entonces ha decidido redoblar la apuesta pasando al escenario de la guerra comercial con sus vecinos, removiendo los cimientos en la diplomacia con sus aliados, y "máxima presión" para los "enemigos" con los que, semanas atrás, había abierto el diálogo directo. Es la imagen del "perro que muerde y no suelta".

Cambio geopolítico

Trump ha convertido su propia "luna de miel" en una ofensiva política general en múltiples frentes. Con las fricciones con Europa, el "regaño" a Zelenski, la eliminación de las licencias a Chevron para operar en Venezuela, el foco sobre el canal de Panamá y el inicio de una guerra comercial con sus vecinos, sus primeras diez semanas han significado un abrupto cambio geopolítico.

Con los aranceles aplicados a México y Canadá el martes de esta semana, no ha concedido más que el mes de plazo a sus respectivos gobiernos para ejecutar políticas prácticamente milagrosas, como acabar con el narcotráfico. Luego, este jueves ha pausado nuevamente los aranceles a ambos países. En este caso primero "muerde" y después "suelta" para negociar.

La relación con México ya había sido bastante accidentada. Luego de la campaña electoral de 2016, en la que prometía un muro en la frontera sur que, según sus amenazas, iban a pagar los propios mexicanos, prosiguió relaciones ponderadas con el gobierno del expresidente Andrés Manuel López Obrador, sobre todo luego de la implementación de políticas migratorias como el programa 'quédate en México' que fue efectivo en contener las oleadas de migrantes provenientes del sur del país. En este 2025, acusa al país de la introducción de fentanilo a EE.UU., y ha dicho que podría intervenir militarmente en territorio mexicano para atacar a las bandas de narcotraficantes. Ya en dos oportunidades ha dictaminado aranceles a México, aunque luego los ha pausado. 

Lo de Panamá y México da cuenta de una estrategia de "ida y vuelta", de "despliegue y recorte", de "estira y encoge" que le permite mantener el protagonismo y hacerse sentir como "hombre fuerte" en contraposición de su predecesor Joe Biden, que lucía débil y perdido.

¿Esquema de negociaciones?

Hay otros casos en los que pareciera estar en duda la efectividad de la "máxima presión" para conseguir objetivos que realmente puedan ser cosechados como logros para cumplir con el lema "América primero". Uno de esos casos es el de Venezuela, ya que con la eliminación a la licencia de Chevron para operar en el país caribeño, es muy probable que se corten los flujos de retorno de migrantes de ese país, que se habían realizado en tres ocasiones luego de la visita a Caracas del enviado presidencial para misiones especiales de EE.UU., Richard Grenell, a principios de febrero. Ahora, los migrantes venezolanos probablemente estarán menos convencidos de regresar a un país bloqueado económicamente y amenazado por un presidente que en su primera administración puso "todas las cartas sobre la mesa" contra el gobierno venezolano.

De la misma forma, pausar los aranceles a México y Canadá podría parecer también que esta política produce "pasos en falso".

Más allá de los logros coyunturales que pueda tener el gobierno de EE.UU., la apertura de tantos flancos está acumulando un nivel de rechazo a escala mundial, desde China hasta sus aliados europeos, pasando por gobiernos de diversa índole ideológica de América Latina.

La volatilidad en las decisiones y las pugnas internas en el Partido Republicano, vienen a acentuar esta tendencia hacia lo indeterminable. Cada día es más difícil prever lo que sucederá en los próximos tiempos, incluso en los más cercanos. Queda mucho por "estirar" y mucho por "encoger" para saber cómo terminará este nuevo panorama mundial.

Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de su autor y no representan necesariamente el punto de vista de RT.

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